A través de su Palabra, el Señor nos sigue hablando en este IV domingo de Cuaresma.

En la primera lectura, Dios nos invita, en la persona de Samuel, a que no nos fijemos solo en las apariencias, sino que nos adentremos en la profundidad del corazón. Ese es el mensaje que Dios intenta transmitirnos a todos: a veces nos empleamos mucho en ver lo que pueden percibir nuestros sentidos, pero lo que el Señor valora es aquello que está en lo más profundo de la persona, en el corazón.

En el Salmo 22 hay seis elementos que el Señor quiere enseñarnos hoy que acompañan la relación de Dios con nosotros:

  1. El Señor es quien me hace recostar. Permite que yo descanse en el espíritu. Este descanso es el más confortable y duradero.
  2. El Señor me conduce. Nunca Dios nos llevará de la mano al camino de la tristeza o a los caminos de la desesperación en nuestra vida; al contrario, Dios nos va a iluminar para que encontremos el camino que nos lleve hasta Él.
  3. El Señor me repara. Sana las heridas que la vida nos procura y en esa sanación se muestra siempre su perdón y su amor, que, como un signo indeleble, aparecen en nuestra alma.
  4. El Señor me guía. En el momento de la caída, Dios sale a nuestro encuentro: nos levanta, nos ayuda, nos vuelve a orientar para no perder nuestro referente fundamental que es hacia lo infinito, hacia Él, hacia la felicidad absoluta.
  5. El Señor me unge. Nuestro Padre nos ha ungido con el óleo de la Salvación y nos cura de nuestras enfermedades humanas y espirituales; nos consagra como miembros de su cuerpo, del cuerpo de Cristo que es la Iglesia, y nos invita a anunciar el Reino de Dios.
  6. El Señor me acompaña. La compañía de Dios no es solo su presencia alentadora, sino la muestra de su compromiso singular con el hombre y la mujer de nuestro tiempo invitándonos a vivir en plenitud.

En la carta de San Pablo a los Efesios, se nos ofrece una reflexión extraordinaria. Nosotros estamos llamados a anunciar el Reino de Dios porque, bautizados en el nombre de Jesús, somos hijos de la Luz y así hemos de caminar, con esos frutos que la Luz nos ofrece: la Bondad, que es una de las notas constitutivas y esenciales de Dios, al igual que la Verdad, que también nos libera, y la Justicia, por la que nosotros recuperamos esa dimensión profética que nos invita a anunciar el Reino de Dios y a denunciar las situaciones contrarias a la Verdad.

Con su pedagogía, el Señor a través de sus lecturas nos está llevando de la confusión a la Luz y, a través del Evangelio de Juan y del episodio del ciego de nacimiento, nosotros entendemos muy bien este mensaje:

El ciego es enviado a lavarse a la piscina de Siloé, que nos hace referencia al sentido de la purificación y una vez que se lava y recupera la vista, se reconoce a sí mismo ante los demás.

«Soy yo» dice cuando le preguntan, pero es el Señor el que le hace una pregunta mucho más directa: «¿crees tú en el Hijo del Hombre?» Y él sorprendido pregunta: «¿Quién es, Señor, para que yo crea?» Jesús le dice: «lo tienes delante».

Esa pregunta también nos la hacemos nosotros muchas veces: ¿Quién es, Señor, el Hijo del Hombre para que yo crea? Busca el ciego de nacimiento a quien le ha mostrado la presencia de Dios en su vida y cuando le encuentra y el Señor le dice «lo tienes delante», el ciego responde: «creo, Señor». Nuevamente se muestra a través de los textos sagrados la pedagogía de Dios.

En esta forma de hacernos comprender nuestra propia realidad y enfrentarnos a ella con el resto de dimensiones que acompañan nuestra vida, os sugiero las siguientes preguntas para vuestra reflexión:

  • ¿Qué aspecto de nuestra vida se encuentra todavía sumido en la oscuridad? ¿En nuestra familia? ¿En nuestras relaciones sociales con los amigos, con los compañeros de trabajo? ¿Con la propia situación que vivimos?
  • ¿Seguimos buscando la Verdad que nos libera; aquella Verdad que nos permite ver la Luz?
  • ¿Realmente es Jesús nuestra Luz que nos ilumina y nos señala el camino de la felicidad y la paz sin fin?

Me gustaría terminar haciendo alusión a esta cita del Papa Francisco:

«Si un día la tristeza nos hace una invitación digámosla que ya tenemos un compromiso con la alegría y que seremos fieles a ese compromiso toda la vida.»

¡Feliz domingo Laetare! ¡Feliz domingo de la alegría!

Dale al play para escuchar la reflexión completa.

Audio: Iván Bermejo, Párroco de San Marcos, Alcalá de Henares.

4 Replies to “Meditación Día 8: Caminemos con los frutos que la Luz nos ofrece”

  1. Hoy me quedo con el 4° punto: El Señor es nuestra salvación en los peores momentos. Gracias Ivan por seguir alimentando nuestra fé cada día.

  2. Sea que despues de todo el mal que nos pasa estos dias , la luz nos ilumine el camino de cada uno de nosotros ,y asi vamos a poder decir «Soy yo Señor y ahora me doy cuenta que siempre estas y estaras delante de mi »
    Gracias padre Ivan por darnos la alegria del encuentro con nuestro Señor cada tarde .

    «Hasta mañana» tiene ahora mucho mas sentido…

  3. Dios busca en nosotros el amor primordial y sale a nuestro encuentro en cada instante y por eso tenemos que ser capaces de iradiar la Luz de nuestra esperanza para seguir adelante en esta valle de lagrimas. Dios os bendiga padre Ivan por tenernos en sus oraciones y por acompañarnos en esta cuarentena. Gracias por ser el mensajero de Cristo. Bendiciones

  4. Profunda y alentadora meditación, un consuelo leerla . ¡Feliz Semana Laetere!…¡Mucha alegria y gracias por su enseñanza…!

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