En noviembre del año 2012, el Papa Benedicto XVI visitaba la Casa- Familia «Viva los ancianos» de la comunidad de San Egidio en Roma. Uno de los planteamientos que el Papa hacía es el siguiente: «Jamás hay que dejarse atrapar por la tristeza; poseéis la sabiduría de la vida».

Las personas mayores sois portadores de una gran riqueza que a nosotros, a su vez, nos enriquece y nos ayuda. Las casas de San Egidio fomentan la solidaridad entre los jóvenes y los ancianos y crean un ambiente que recuerda a la familia. Su actividad se sostiene por la Fe en Jesucristo, con un único objetivo: ayudar a los más mayores a vivir en su casa, a vencer el aislamiento.

Me resulta muy importante hacer referencia a este proyecto porque atender a las personas mayores significa ayudar a humanizar la vida, ayudar a invertir en solidaridad y en atención por aquellas personas que lo han dado todo por nosotros.

La lectura de hoy del profeta Oseas nos hace una interpelación: Vamos, volvamos al Señor; si miramos al Señor, si estamos desgarrados, Él nos va a curar y si estamos golpeados, Él nos vendará.

A través de las imágenes como la lluvia, el agua, el rocío, el amanecer… que presenta la propia profecía se nos permite saludar a la primavera como estación y a la primavera de la vida. Así la palabra de Dios nos conduce hacia la luz de la Verdad, explicando la verdadera esencia y contenido de los Mandamientos del Señor. Mandatos que fueron anunciados por aquellas personas elegidas por Él y que, a su vez, denuncian las situaciones contrarias hacia ese camino de vida ofrecido por el Señor.

El significado más rotundo de estos caminos de liberación y paz es entender el valor de la Misericordia, el valor de la compasión; una compasión entendida como aquel que acompaña al que sufre, al que está en soledad o aquellos que realizan en estos momentos un magnífico servicio a nuestra sociedad atendiendo a los más pequeños. Me refiero a los mayores con sus nietos.

A veces nos encontramos con actitudes como la que presenta hoy el Evangelio. A veces nos presentamos a los demás ensimismados, orgullosos, prepotentes…, emitiendo juicios de valor hacia los que no piensan como nosotros, hacia los que no rezan o pertenecen a grupos más o menos significados dentro de nuestra Iglesia. Dios conoce el interior de cada uno y a Él no podemos engañarle. Dios conoce en profundidad nuestro corazón.

Seamos humildes; por desgracia el fariseismo del siglo XXI se encuentra muy instalado en muchas comunidades, en grupos de Fe, en Parroquias. No se trata de esto. Lo que el Señor quiere es una actitud humilde que nos permita abrirnos a su Palabra; dejarnos invadir, dejarnos penetrar por su mensaje.

No es tiempo de holocaustos ni de sacrificios inútiles; es tiempo de humanidad, de acompañar al que sufre, de dotar de alegría al que se encuentra triste, de estrechar la mano del que lo necesita. Solo así las prácticas religiosas tendrán un verdadero sentido y servirán para hacer más creíble a nuestra Iglesia de hoy.

Gracias a las personas mayores por su sabiduría de la vida, por su experiencia, por su sacrificio.

Me gustaría terminar haciendo referencia a la siguiente cita:

«Buscad el consejo de los ancianos, pues sus ojos han visto el rostros de los años y sus oídos escuchado las voces de la vida» (Khalil Gibran).

Aunque sus consejos os desagraden, escuchadlos.

Con mi respeto y admiración hacia vosotros, queridos mayores.

Dale al play para escuchar la reflexión completa.

Audio: Iván Bermejo, Párroco de San Marcos, Alcalá de Henares.

2 Replies to “Meditación Día 7: Ayudemos a humanizar la vida”

  1. Soy de los mayores…gracias por su atención y exquisita consideración ….¡es una meditación muy reconfortante y alentadora!…¡ gracias por estas meditaciones tan bellas !…¡ que el Señor le acompañe y ayude!

  2. Muchas gracias por estas meditaciones que tanto bien nos hacen. Un enorme regalo q agradezco infinitamente. GRACIAS.

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