El periódico «The Catholic World Report» anunciaba hace unos años que en el norte del círculo polar ártico, concretamente en Lannavaara, la llamada Laponia finlandesa, dos religiosas, de nombre Amada y Karla, fundaban un monasterio dedicado a rezar y a ofrecerse por la salvación de las almas principalmente, no siendo este el único objetivo que tienen estas personas consagradas.

La Hermana Amada conocía muy bien lo que significaba vivir en la oscuridad de la falta de Fe, pues ella se convirtió al Catolicismo a los 20 años y comenzó su experiencia religiosa con las Misioneras de la Caridad por diversos países del mundo. Uno de los fines de la Congregación es orar por todos los que viven en la oscuridad de sí mismos. También tendrán como motivo principal: procurar el diálogo entre las religiones para que se restablezcan las denominadas «Culturas católicas escandinavas». Con un duro trabajo a más de -30º y padeciendo seis meses de oscuridad total por la situación geográfica en la que habitan, el monasterio de San José de la Comunidad de Marias Lamm («Los corderos de María») envían un mensaje clarísimo al mundo desde su ofrecimiento religioso.

«Cada día, dirán ellas, Dios nos ayuda con su Providencia». Esta afirmación nace de una convicción profunda, radicada en una gratitud y alegría de quienes han visto la única luz que puede iluminar la existencia del ser humano y que permite gozar de un encuentro lleno de dicha y de felicidad.

Esta experiencia que bien puede recordarnos a la iniciada por los Padres del Desierto, por los eremitas, ascetas y monjes, especialmente los que vivieron en Escetis (Egipto) en el s.III, es una muestra más de la acción del Espíritu Santo en la respuesta personal, silenciosa y humilde de personas que, sin pedir nada a cambio, entregan sus vidas por el mundo entero y por el bien del ser humano en todas sus dimensiones; testigos anónimos que de manera poco conocida, con una entrega absoluta en lugares recónditos transmiten constantemente una llamada llena de fraternidad y de caridad que no tiene límites, pues nace del amor hacia los demás. Es una apelación profundamente espiritual, con un anhelo de poder conducir desde la Comunión de los Santos a quienes deseen abrazar la realidad de Dios y a quienes están en búsqueda por las diversas situaciones que la vida a veces presenta, como la que estamos compartiendo juntos en estos meses tan críticos.

Estas religiosas tendrán dificultades, y muchas, no me cabe la menor duda sobre ello, pero es más fuerte el amor que tienen a Dios y la respuesta a la vocación que han recibido de Él para entregarse a una misión a 250 Km del círculo polar ártico, en unas condiciones climáticas extremas, con el afán de llevar la luz de Dios a las personas en la dimensión más profunda y vital en la que necesitan ser alumbradas, como es el alma.

La acción de gracias constante, como os he comentado al inicio de esta meditación, es el modo de vida propio y característico de esta Comunidad religiosa; gratitud constante hacia quien hace todo posible, ante quien puede cambiar todas las cosas, a quien nos sostiene y envía su mano para que podamos agarrarnos en todo momento, sobre todo, en estos días últimos en los que prudentemente vamos avanzando en la lucha contra el virus y vamos percibiendo un horizonte, más o menos cercano, de vuelta a la normalidad de nuestras vidas, una vuelta no exenta de dificultades e incertidumbres.

El regreso a nuestras ocupaciones habituales no ha de hacerse con un planteamiento igual al que teníamos antes del confinamiento. No puede serlo. Todo ha cambiado. Ya nada es igual. Os sugiero un camino desde el gozo nacido del agradecimiento, agradecimiento por esta nueva oportunidad que Dios nos concede. Esto ha de motivarnos positivamente para que podamos afrontar y enfrentarnos a una nueva realidad emergente que está siendo dura y compleja, pero no imposible ni desalentadora.

Como os he recordado en algunos momentos compartidos con vosotros a lo largo de estas semanas, no estamos solos en este camino. La fuerza de Dios está con nosotros. Él está a nuestro lado.

Permitidme concluir este momento que comparto con vosotros hoy con un fragmento del poema «No te rindas», de Mario Benedetti:

Aquí hay fuego en tu alma,

aún hay vida en los sueños.

No te rindas porque la vida es eso,

continuar el viaje,

perseguir tus sueños,

destrabar el tiempo,

correr los escombros y

destapar el cielo.

Dale al play para escuchar la reflexión completa.

Audio: Iván Bermejo, Párroco de San Marcos, Alcalá de Henares.

2 Replies to “Meditación Día 56: Respondamos ante Dios con gratitud y alegría”

  1. Estas dos religiosas, con tanto esfuerzo como fe y vocación tienen en Dios, están cumpliendo con el mandato de Jesús; predicar por toda la Tierra su Palabra.
    Gracias y que la fe habite en nosotros.

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