En mi última etapa como docente de la Enseñanza media, en colaboración con el departamento de Lengua y Literatura del centro, recomendábamos a nuestros alumnos la lectura de una novela publicada por Jordi Sierra i Fabra, en 2006, titulada «Llamando a las puertas del cielo». Este autor es uno de los escritores que proviniendo de otro ámbito como es el del comentario musical en revistas, traspasa esa barrera para convertirse en el escritor infantil y juvenil más leído en las escuelas de España y Latinoamérica.
Esta novela surge por el impacto social generado en aquel momento por el asesinato de la cooperante española Ana Isabel Sánchez Torralba cuando viajaba en autobús hacia Mongomo, en Guinea Ecuatorial, para impartir clases de alfabetización a mujeres y niños durante aquel verano. Esta joven participaba de un proyecto de voluntariado con las Madres Escolapias que ejercen su misión en aquellas tierras tan necesitadas de cualquier tipo de ayuda. Ana Isabel tan solo llevaba un día allí y era su primera experiencia.
Quiero compartir este testimonio y recomendaros la lectura de este relato para valorar con vosotros la ayuda desinteresada que recibimos de tantas personas anónimas cuyos nombres los desconocemos al igual que sus vidas, pero que poseen en sí un testimonio que permanece y resulta tremendamente edificante para todos, de manera especial para los que deseamos contribuir con nuestra colaboración en la ayuda que necesita y necesitará el mundo surgido tras el Covid-19.
Al igual que Jordi Sierra i Fabra, deseo compartir con vosotros tres vías de pensamiento que se encuentran en su libro:
La primera es esta: Ayuda a quienes más lo necesitan. No resultará difícil poder encontrar situaciones, momentos, personas para poder ofrecer nuestra pequeña contribución en la realidad que va emergiendo ya ante personas indefensas y abandonadas por una estructural social que, a veces, no escucha el clamor de quienes padecen los efectos de esta crisis.
Una circunstancia negativa que en un primer momento está afectando al ámbito sanitario, pero que está llamada a permanecer con nosotros durante bastante tiempo, convirtiéndose así en un riesgo extraordinario donde nacen palabras que en otros momentos parecían estar controladas, me refiero al término pobreza, soledad, desestructuración más acentuada y, en definitiva, podríamos hablar de una crisis humana en toda la extensión del concepto. Se necesitarán muchas manos que puedan asistir a estas particularidades que, como afirmo, comienzan ya aflorar con una intensidad realmente estremecedora.
En un segundo paso, os sugiero que valoremos algo que ya os he comentado en otras meditaciones, pero que deseo expresaros en este momento como pregunta: ¿Queremos hacer un mundo mejor? ¿Estamos convencidos de ello? ¿Cómo puedo aportar más colaboración para que esto que yo deseo se haga posible?
Si realmente estamos persuadidos de estas realidades de escasez y de penuria que estamos padeciendo ya, no hemos de perder más tiempo. Solo se necesita una conciencia limpia, recta y honesta para salir al encuentro de quienes necesitan, más que nada, esperanza en sus vidas e ilusión por seguir caminando en un mundo, en una sociedad que ahora se presenta hostil e insegura, también, ¿por qué no decirlo?, tremendamente injusta.
Es cierto que nadie somos imprescindibles, pero todos somos necesarios. No dejemos que los otros comiencen esta tarea, demos nosotros los primeros pasos. Creedme, no podemos dejarlo en una ilusión o en un simple deseo, podemos hacerlo posible.
Por último, que las cosas cambien. Esto depende única y exclusivamente de nosotros. En este camino no estamos solos. Nuestra fe nos dice que la fuerza y la sabiduría de Dios nos asisten siempre. Hemos de saber reconocerlas y sintonizar claramente con ellas. Para poder hacerlo posible, hemos de alejarnos de las interferencias que no permiten una escucha clara del mensaje que nos seduce por transmitir paz y alegría a un mundo, hoy más que nunca, necesitado de ellas.
Hay quien ha dicho que una de las mejores frases que puede salir de nuestra boca es: «¿En qué te puedo servir?
¿Lo intentamos?
Dale al play para escuchar la reflexión completa.
¡ vamos a intentarlo…!…