En los relatos de aparición que esta octava de Pascua nos presentan los textos evangélicos, se observa siempre un mismo esquema que permite una mejor interiorización del mensaje que intenta transmitirnos el escritor sagrado. El esquema, por tanto, para tener en cuenta y que deseo compartir con vosotros en este día es el siguiente:

1.- La incertidumbre, la tristeza, la turbación.

2.- La aparición del Señor resucitado.

3.- El Señor toma la iniciativa.

4.- El reconocimiento del Señor a través de algún gesto o, incluso, como es en el caso de hoy, por la llamada del propio nombre.

5.- El envío y el anuncio.

Ahondemos juntos en estos aspectos que acompañan a estos relatos y que son tremendamente edificantes en los momentos actuales que vivimos.

1.- Situación de zozobra y de incertidumbre. Los momentos de zozobra, de duda, aparecen en diversas circunstancias de nuestra vida. La que estamos viviendo es una de ellas.

Hace pocos días el Papa Francisco era entrevistado por un periodista español y le preguntaba: «Papa Francisco, ¿usted ha tenido dudas?» Él contestaba: «¿Y quién no ha tenido dudas alguna vez en su vida?»

La duda en sí misma no es negativa, solo cuando se produce la oscuridad total o la falta de búsqueda en nuestro interior es cuando han de encenderse todas las alarmas. ¿Por qué? Porque posiblemente la incredulidad, la oscuridad o el vacío empiecen a anidar en nuestra existencia. Sería el primer paso la desesperación. Nosotros, bautizados y seguidores de Jesús, somos hombres y mujeres de esperanza, no de ilusiones ni de fanatismos, sino de experiencias vividas en plenitud desde la Fe, desde la apertura de miras y, ¿cómo no?, desde el deseo profundo de agradar a Dios con nuestras palabras y acciones.

Si aparece la duda en nuestra vida, volvamos nuestra mirada hacia Él y sigamos en el empeño de ahondar en nuestro interior. Si profundizamos en nosotros mismos y descubrimos esa capacidad de poder llegar a la Verdad, sentiremos y viviremos una dicha tan grande difícil de asemejar a cualquier otra situación humana que podamos experimentar.

Fijemos nuestros ojos en Él. No nos cerremos al encuentro. Abrámonos a la experiencia.

2.- La aparición del Señor resucitado. Si se produjera ese deseo de apertura hacia el Misterio desde esa búsqueda interior, será propicia la aparición del Señor resucitado que sale a nuestro encuentro.

Turbados, a veces, por nuestra falta de Fe o por un corazón no suficientemente sincero, nuestros ojos, los ojos de la Fe, no son capaces de reconocerlo, pero el Señor sigue a nuestro lado, no nos abandona, no nos deja. La ceguera podrá ser más o menos importante, pues las diversas circunstancias también pueden propiciarla, pero hemos de saber recurrir a la luz de la Fe y dejarnos iluminar por ella.

El resplandor gozoso del cirio pascual así nos lo recuerda: «Luz de Cristo», decíamos en el encendido de nuestras velas en la noche de la Vigilia Pascual. Nuestra respuesta como invocación es un gesto de gratitud y un deseo de descubrir a Dios presente y actuante en nuestra vida. «Demos gracias a Dios», respondíamos con gran alegría en nuestro interior.

3.- Iniciativa de Jesús resucitado. El Señor toma la iniciativa. Nos recuerda el salmista: «Un corazón quebrado y humilde tú, Señor, no lo desprecias». Un corazón que desea experimentar la presencia del Señor y se abre a Él, no es rechazado por Cristo Jesús y es ahí donde se produce ese encuentro donde nos llama por nuestro nombre. Desde ese preciso instante nuestra mirada se pone fijamente en Él y bendecimos la gloria del Señor que llena la Tierra como también la liturgia de la palabra del día de hoy en la oración sálmica nos invita a rezar.

La gloria de Dios que se hace presente en mi, que me conoce, que me seduce, que me atrae hacia Él, que me invita a vivir con Él. ¿Existe una maravilla más grande para el ser humano contemporáneo que sigamos siendo llamados por el Señor para que podamos encontrarnos con Él y colaborar en el anuncio del Reino?

4.- Reconocimiento de Jesús. Reconocer a Jesús y no asumir el contenido de su mensaje de salvación, su Buena Nueva, es cuanto menos extraño. Resulta difícil creer que hemos conocido y experimentado el amor de Dios y no hemos transformado nuestra vida.

Tener experiencia del Señor resucitado significa haber escuchado el núcleo y el contenido de su legado en su predicación, haber entendido cuál es el sentido de su presencia en medio de nosotros y tener la certeza desde la Fe de la obra todopoderosa de Dios en quien ha dado cumplimiento a la alianza sellada con nuestro padre Abraham.

Reconocer a Jesús significa hacerle presente en todas las realidades, especialmente en aquellas que actualmente se encuentran más necesitadas de la infinita misericordia de Dios. Nosotros somos esos brazos ejecutores del Señor. Si deseamos cumplir su voluntad, no nos desentendamos de reconocer al resucitado en quien realmente lo necesita.

5.- El envío y el anuncio. Al igual que María y los apóstoles, nosotros somos enviados a dar razón de esta esperanza. Me conmueven las iniciativas que en estos momentos se están produciendo entre diversos sectores de nuestra sociedad, al igual que me llenan de alegría aquellas otras que siguen hablando del amor de Dios en nosotros, sus hijos, a través de las intenciones que intentamos ofrecer desde diversos ejemplos de caridad. En ellos hacemos ver a los otros, a nuestros hermanos, nuevos modelos de amistad y de ilusión.

Decía Ralph Ellison, escritor y profesor, una de las personalidades más influyentes de la posguerra en EE.UU, que «se necesita un profundo compromiso con el cambio y un compromiso aún más profundo para crecer». ¿Lo intentamos?

Dale al play para escuchar la reflexión completa.

Audio: Iván Bermejo, Párroco de San Marcos, Alcalá de Henares.

2 Replies to “Meditación Día 31: Jesús siempre nos llama por nuestro nombre. Salgamos a su encuentro”

  1. Muy pedagógico el planteamiento del relato evangélico situandolo en nuestra realidad actual para ayudarnos a vivirla en clave evangélica y Pascual.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *