El filósofo Jean- Paul Sartre decía que «el compromiso es un acto, no una palabra» y no le faltaba razón. Si acudimos a la etimología latina del término nos encontraremos diversas acepciones del mismo, pero en ellas el prefijo pro-, del cual se compone el concepto, nos invita a mirar hacia adelante, a poner la vista en un futuro, a aceptar voluntariamente un deber, a realizar un pacto. Para ello se requiere la participación de varias personas, al menos dos, y en este caso os quiero conducir de la mano para que podamos avanzar en nuestra vida para ver en la historia de la Salvación cómo Dios, a través del llamado Padre de todos los creyentes, Abraham, nos hace desarrollar hoy, singularmente, esta realidad que nos acompaña.

En la liturgia de la Iglesia invocamos al Señor para que recuerde su alianza, para que recuerde su pacto eternamente, por siempre, para que no nos abandone, para que no deje de acompañarnos y para que no olvide su amor con nosotros.

Si planteamos en la vida ordinaria lo que supone comprometerse a algo, sabemos que al dar una palabra, el ejercicio de nuestra responsabilidad y de nuestras capacidades se pone al servicio de lo que asumimos e intentamos realizar, del mejor modo posible, aquello que nos ha sido encomendado. Faltar a ese compromiso de vida supone apartarse de la confianza de aquél que ha depositado su Fe en nosotros y, consecuentemente, se produce un quebrantamiento de esa relación personal que va deteriorándose paulatinamente de modo considerable. Es lo que le ocurría al pueblo de Israel cuando se olvidaba de ese pacto que realizó con Dios desde Abraham, seguido por Moisés, como ya os recordaba en una meditación anterior.

Enmendar los errores que se puedan producir en esa relación de compromiso supone una aceptación voluntaria de querer enmendarlo en primer lugar y, también, volver a coger el camino que en un principio se siguió.

Dios no se aparta nunca de ese pacto, de esa alianza que ha sellado con nosotros. Nos invita a considerar esa promesa de salvación dicha a Abraham. Dios siempre está atento a nuestras necesidades y a nuestra súplica, también en este momento. ¿Cuál sería la tendencia hoy cuando, seguramente, nos hayamos acercado a informarnos del estado de la pandemia? Posiblemente, en algunos de nosotros, aparezca la falta de luz en el túnel de este momento de nuestra vida y, ahí, surge la duda, la inseguridad, el temor, la incertidumbre. Todas ellas, posturas muy legítimas desde el punto de vista humano, pero desviaciones desde el modo de ejercitar nuestra Fe y nuestra esperanza en estos momentos difíciles.

Soy consciente de que los datos que van apareciendo en los diversos medios de comunicación nos hacen vislumbrar, en estas jornadas, un futuro un tanto incierto e inseguro. Sí, lo es, pero una vez más os digo, a través de un pensamiento de Yibrán Jalil, poeta y novelista libanés, al que ya he mencionado en alguna ocasión, y que hoy me invita a compartir con vosotros lo siguiente: «por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes»; por muy fuerte que sea lo que estamos padeciendo, nunca seremos abandonados por el amor de Dios que no rompe nunca su compromiso, su alianza, con nosotros. Recordad, la alianza de Dios queda sellada desde la Cruz de Cristo y desde su Resurrección. Después del Calvario, después del Gólgota viene la Resurrección y la Vida, viene la Luz. Después del túnel, aparece la luz y esa luz brilla de una manera distinta y ese aire que se respira nos resulta renovado y renovador.

Vivimos, tal vez, los peores momentos de esta pandemia, ya hemos sido advertidos por las autoridades sanitarias al respecto, pero esto no ha de hacernos mirar cada día de una forma pesimista, al contrario, hemos de mirarlo como una oportunidad de lucha distinta y de recuerdo a quienes hacen que todo vaya superándose con la entrega de sus propias vidas.

Desde el recuerdo del compromiso de Dios con nosotros, cuando hoy hagas este momento de reflexión o escuches en la intimidad de tu habitación o allá donde estés, quiero compartir contigo este pensamiento de alguien que sabía muy bien de lo que hablaba, San Óscar Romero, Obispo Mártir del Salvador, aplícalo si quieres, hoy, en el ámbito de tu compromiso con Dios y de la respuesta personal de tu vida. Ten en cuenta, si así te ayuda, lo que aquí se ha dicho y ofréceselo al Señor, renovando tu compromiso con Él una vez más:

«Todos tenemos ese santuario, un santuario íntimo, el santuario de la conciencia, donde Dios está esperando la hora en que tú bajes a hablar con Él y decidas, a la luz de su mirada, tu propio destino». (Óscar Romero).

Dale al play para escuchar la reflexión completa.

Audio: Iván Bermejo, Párroco de San Marcos, Alcalá de Henares.

2 Replies to “Meditación Día 19: Comprometámonos y miremos hacia adelante”

  1. Genial el mensaje…
    Y el final , si , es una tema muy seria para meditar….
    Gracias padre y….
    Hasta mañana

  2. Genial la orientacion de la meditación …es un buen momento ahora para ello…me encanta la personalidad de San Oscar Romero…es una reflexión profunda y bella …¡ de nuevo, gracias!…

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