Quisiera reflexionar con vosotros en este día a través de esta pregunta: ¿conocemos realmente quién es Jesús y el mensaje que nos proclama?

La palabra de Dios revelada que se nos presenta hoy a través del libro de la Sabiduría nos ofrece la imagen de los impíos. ¿Quiénes son los impíos? Aquellos que no demuestran ninguna devoción religiosa, los que, en palabras del autor del libro, acechan al justo, al que resulta fastidioso, aquel que le reprende con la educación recibida e, incluso, aquel que se llama a sí mismo hijo de Dios. Son la imagen de quienes critican, enjuician y causan sufrimiento a sus semejantes.

Nuevamente, el Señor, a través de la oración del salmista, se muestra cerca de los atribulados, de los entristecidos, de los angustiados, de aquellos que están afligidos, de los atormentados y, también, de los enfermos y se enfrenta con los que quieren hacernos algún mal, con quienes nos acechan. Él es el que sale a nuestro encuentro para salvarnos, para cuidarnos, para librarnos de ese mal, en definitiva, para liberarnos.

Algunos de Jerusalén según nos presenta hoy el Evangelio señalan a Jesús como aquel que está hablando en nombre de Dios e incluso se preguntan: «¿no es este al que intentan matar?» Jesús habla abiertamente, sin miedos y habla abiertamente de quien le envía, al que conoce y del que procede.

El Papa Francisco nos dice que Jesús nos ha de enseñar a tener, con el corazón, una gran adhesión a la Verdad y también, con el corazón, una gran compasión y acompañamiento a todos nuestros hermanos que están en dificultad. No hemos de tener ningún miedo de expresar nuestra Fe que nos conforta y alienta en los diversos momentos de la vida, también, ahora, en esta situación de dificultad extrema que estamos viviendo. No creamos que por decirles a quienes están en dificultades que tengan confianza y esperanza invadimos su intimidad espiritual.

Como creyentes es el Señor el que nos urge a vencer esos falsos respetos humanos que puedan aparecer en un momento determinado y es Él quien nos invita a mostrar, con valentía, un camino de fortaleza único y exclusivo, que todo lo puede, pues es Él, Dios, sin duda, quien nos sostiene y nos da fortaleza en los momentos de tribulación como es este en el que nos encontramos.

Como discípulos de Jesús, si hemos conocido su mensaje de Salvación, si tenemos experiencia personal de un encuentro que nos renueva interiormente y nos transforma, tenemos que compartirlo con nuestros prójimos y tenemos que hacer efectivo nuestro compromiso con la sociedad en la que vivimos y nos desarrollamos.

No seamos como los impíos de los que nos habla el libro de la Sabiduría; no creamos que solo con rezar y presentar ofrendas o realizar actos de piedad ya tenemos cumplida nuestra atención con los más necesitados. El compromiso va más allá de la oración, hoy muy necesaria e importante, ella es la fuerza que ha de permitir que podamos compadecernos y ayudar a los más necesitados que tenemos a nuestro alrededor, pero en estos momentos se hace necesario un paso más: estar cerca de los atribulados, de los necesitados.

Hoy, 27 de marzo, significa apoyar todas las iniciativas de fraternidad que puedan surgir en la lucha contra este mal que nos asola y aqueja; dotar de felicidad a los que lo están pasándolo mal, de una sonrisa que nazca del corazón, y de los sentimientos de compasión y misericordia que interiormente todos, de alguna forma, poseemos.

Salir al encuentro del que se angustia con palabras de esperanza y de ánimo; hablar en positivo y de un horizonte de luz y de vida; dar una respuesta de Fe en la aflición haciéndose presente en la soledad del anciano que tiene miedo o de la familia que posee un futuro incierto, que no sabe, incluso, cómo llegar a fin de mes. Ser elemento de gozo a través de las cosas simples y sencillas que podamos ofrecer a los demás e intentar calmar a los que viven esta situación atormentados en su pensamiento desde su añoranza o desde su dolor. Y cómo no, aquellos que podáis, respetando las medidas que se han impuesto, atendáis a los enfermos que ahora necesitan nuestra caridad, nuestra ayuda… todo nuestro amor.

Realmente lo que ha surgido desde la plegaria, desde los sacramentos, desde la oración… ahora es el momento de ponerlo en práctica. Traigamos a nosotros lo que nos dejó escrito el profeta Isaías y no caigamos en ello: «este pueblo me sirve de palabra y me honra con la boca, pero su corazón está lejos de mi».

Esta es la oportunidad de poner en práctica nuestra Fe: «una Fe sin obras, es una Fe muerta».

La madre Teresa decía:

«No siempre podemos hacer grandes cosas, pero sí podemos hacer cosas pequeñas con amor».

Dale al play para escuchar la reflexión completa.

Audio: Iván Bermejo, Párroco de San Marcos, Alcalá de Henares.

3 Replies to “Meditación Día 13: Pongamos en práctica nuestra Fe”

  1. «Hacer cosas pequeñas con amor»…si… acercandonos de Dios con el corazon…
    Hechos no palabras …
    Es lo que necesitamos todos ahora.solidaridad , fe , misericorsia y altruismo.
    Un dia mas y una alegria mas leer su meditacion padre Ivan.
    Gracias y…
    Hasta mañana

  2. Entrañable y necesaria Meditación para hacer un momento de «inflexión» en nuestra realidad personal como cristianos…¡ acertada ocasión para «revisar» nuestras acciones y «nutrir mejor» nuestro compromiso!…¡Gracias, Padre por sus consejos…!

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