El Papa Francisco nos recuerda que la adoración del becerro de oro ha hallado una nueva y sensible imagen en el culto del dinero y la dictadura de una economía que no tiene rostro y carece de todo verdadero objetivo humano.

Esta idolatría en la que nos hallamos inmersos, también ahora en nuestro tiempo, nos hace insensibles a las necesidades de nuestros semejantes y nos aparta del camino hacia Dios. Nos deshumaniza, es decir, nos hace eliminar partes de nuestras cualidades humanas como el afecto o la interpretación de los otros en sus necesidades o en su grito de auxilio. También nos retira paulatinamente de las notas que definen nuestra personalidad y nuestra dimensión espiritual.

En la figura del becerro de oro vemos la gran ofensa a Dios. El caer en la idolatría significa apartarse de Dios, pero es la figura de Moisés, el salvado de entre las aguas, quien hace que el Señor reconsidere su actitud y vuelva a compadecerse de su creación y de sus criaturas. Es así como adquiere sentido el Salmo de hoy: «acuérdate de mi, Señor, por amor a tu pueblo». Que sea la oración y la súplica de tus hijos, ahora, Señor, en esta necesidad, la que nos haga volver nuestros ojos hacia ti. No nos abandones, Señor, no nos dejes de tu mano. Sé tú siempre nuestro auxilio.

Jesús testimonia el amor, la bondad, la sabiduría, la misericordia y la compasión de Dios en su propia persona. Él habla en nombre de Dios, su padre, y actúa con la autoridad que le ha sido dada desde lo alto. Los signos que realiza en medio del pueblo nos hablan de la presencia del Padre, que es una presencia actuante en las necesidades de las personas y, también, es una presencia que permite realizar la implantación del Reino entre nosotros.

¿Qué supone creer en la Palabra de Dios? En primer lugar, reconocer a Jesús que es Verbo de Dios, pero no un verbo cualquiera, sino un Verbo activo, que está presente en la historia del hombre y de la mujer de hoy.

En segundo lugar, escuchar su palabra, la palabra de Jesús que nos ha sido dada en el Evangelio de la vida, en la Buena Nueva del Señor, que siempre, constantemente, nos habla de su felicidad y de la vida.

Creer en la Palabra de Dios supone marginar el indeferentismo religioso. No podemos, no debemos vivir al margen de Dios, ni mucho menos, debemos pensar y actuar como si Él no existiera. Creer en la Palabra de Dios supone hacernos un interrogante, ¿se entiende el lenguaje con el que expresamos la Verdad que nos hace libres y nos salva? Tal vez, ese lenguaje ha de pasar por una actitud más coherente de vida y así, como Iglesia, como Pueblo de Dios, hacernos más creíbles ante nuestros semejantes.

Y por último, sugeriros en esta respuesta que intento dar a lo que significa creer en la Palabra de Dios, deciros que el creyente en esta prueba que estamos viviendo, que estamos padeciendo, no se aparta de Dios. Aunque nos interroguemos, debemos volver nuestra mirada a Él. Tenemos que desear estar con Él en los momentos de oración, en la participación de los sacramentos, no los olvidemos; en la lectura espiritual, en las obras de caridad y de misericordia que podamos realizar estos días.

¿Cómo podemos hacer creíble que Dios existe? A través de nuestras actitudes en estos días. Si vivís con más personas en este confinamiento tenéis que saber decir un NO al negativismo y un SÍ al positivismo. También a través de nuestro compromiso de vida coherente con nuestra Fe, con los detalles que tengamos con los demás y también transformando diversos aspectos de nuestra forma de ser e intentando que todo lo que hagamos y digamos sea con un corazón humilde y sencillo como el de Jesús.

Decía la Madre Teresa que el amor no puede permanecer en sí mismo, no tendría sentido; el amor tiene que ponerse en acción. Esa actividad nos llevará al servicio de los demás.

Hagamos un esfuerzo estos días en los que nos encontramos recluidos en nuestras casas, al menos por unos instantes, en algún momento del día, por volver nuestra mirada a Dios; agradecerle la jornada que nos ofrece, pedirle por los enfermos y por aquellos que ya han sido llamados a su encuentro; démosle gracias por todas las personas que nos cuidan y que nos ayudan. 

Creedme, es un buen ejemplo de nuestro compromiso como creyentes con el conjunto de nuestra sociedad en estos momentos.

Decía Lewis:

«No puedes volver atrás y cambiar el principio, pero puedes comenzar desde donde estás y cambiar el final».

Dale al play para escuchar la reflexión completa.

Audio: Iván Bermejo, Párroco de San Marcos, Alcalá de Henares.

One Reply to “Meditación Día 12: Ante las dificultades, el creyente no se aparta de Dios”

  1. Una maravillosa reflexión sobre el creyente…y una muy sugerente alternativa para «sobrellevar» con serenidad tida situacion de dificultad y agobio…¡¡ gracias!!…

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