«El amor y solo el amor es capaz de brindarte una vida más feliz» (Beethoven).

Hoy, a través del agua en la lectura del profeta Ezequiel, se nos presenta la purificación de parte de Dios y, también, la sanación: el agua que da la vida, el agua que renueva profundamente por dentro. Esas imágenes que el profeta nos presenta como los ríos o los canales de Dios son quienes nos proporcionan su alegría, su fortaleza, en definitiva, su presencia estimulante que no nos abandona nunca y que nos acompaña siempre.

Hay una repercusión clara y eficaz en el Nuevo Testamento que renueva esa visión de Ezequiel y la traslada, de una forma muy cercana, a quien está viviendo y se encuentra aquejado de una parálisis que le impide desarrollar una vida personal y comunitaria normal.

El Señor, al igual que aquel paralítico del Evangelio, nos pregunta a nosotros: ¿quieres quedar sano? Para hacer esa respuesta posible en nuestra vida tenemos que saber escuchar la voz de Dios que nos sigue invitando a andar por el camino de la vida.

Es esa fuerza de Dios que también nos recuerda el salmista hoy cuando nos dice que el Señor está con nosotros y que debemos refugiarnos en Él. También nos sugiere que debemos notar su defensa en las situaciones de peligro como las que estamos viviendo hoy; es esa forma de entender a Dios como un refugio, como una fortaleza, como una defensa… la que nos sostiene y acompaña.

Cuando sintamos que nos ahogamos en el mar de nuestra vida por nuestras angustias, tristezas, por los diversos sinsabores que podamos tener, incluso por la propia enfermedad, hemos de recordar que Jesús camina sobre las aguas y no va a dejar nunca que nos hundamos.

El amor de Dios está por encima de todo. Dios nos hace conocer su amor a través de Jesús porque él es quien nos invita a ver con los mismos ojos de nuestro Señor a los que están sufriendo en estos momentos aquejados por este mal que todavía permanece entre nosotros, causando un gran sufrimiento entre muchos de nuestros hermanos. Ese amor que nos mueve en estos días a recordar y a enviar nuestro apoyo, nuestra solidaridad, nuestra oración y, también, nuestro recuerdo.

Queridos enfermos, no estáis solos. El Señor, nuestro Dios, está con vosotros y nosotros intentamos acompañaros en el silencio de vuestras habitaciones, en vuestra enfermedad, en vuestra soledad; a los que estáis en vuestras casas, a los que permanecéis en los hospitales o en los diversos lugares habilitados para vuestra recuperación que cada día está más cerca. No lo dudéis.

El Papa Francisco, en un encuentro que tuvo con los enfermos en la catedral de San Cristóbal de las Casas en México, en el año 2016, nos invitaba a todos a rezar juntos por nuestros enfermos. Los enfermos, decía el Papa, están llevando un pedazo de la Cruz de Jesús; estáis ayudando a Jesús a llevar la Cruz. Este también es el mensaje central de la carta apostólica «Salvifici doloris», del Papa Juan Pablo II, acerca del valor redentor del sufrimiento, en la que también se nos hacía reflexionar sobre esta misma idea.

Vosotros, enfermos, tenéis que ser considerados en la vida de la Iglesia como los predilectos de Dios y todas nuestras oraciones tienen que estar encauzadas en todo momento para pedir por vosotros, para pedir que el Señor de la vida os conceda la salud y para que se produzca esa sanación en vuestra vida material y espiritual.

Pidamos hoy la intercesión de San Camilo, el santo cuidador de los enfermos, para que nos haga conscientes de que en el rostro del enfermo está la mano del Señor acariciando nuestro corazón.

Con toda mi oración y con todo mi cariño para los enfermos, especialmente para aquellos que estáis más necesitados en estos momentos.

Dale al play para escuchar la reflexión completa.

Audio: Iván Bermejo, Párroco de San Marcos, Alcalá de Henares.

3 Replies to “Meditación Día 10: Miremos con los mismos ojos de Dios a los que están sufriendo”

  1. Amor..solidaridad…cariño…
    Dios nos habla en silencio…
    Nos enseña el camino de la vida…Solo tenemos que escuchar su voz…
    Pedimos salud a los enfermos, alivio y consuelo a los familiares,
    fuerza y poder a los sanitarios,guardias civiles y a todos los que estan en peligro para todos nosotros.
    Gracias padre Ivan y…
    Hasta mañana.

  2. Gracias por recordarnos que Dios nunca nos abandona, ni en los peores momentos, aunque en ocasiones, como incrédulos pecadores que somos, dudemos de ÉL.

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