La dictadura vista desde el escondite

No existe mayor pobreza humana, a mi juicio, que el ensimismamiento de cualquier sistema político que lleve consigo la restricción de las libertades, la anulación de cualquier tipo de acción legítima de la condición humana que priva de un desarrollo personal, social y solidario, ni considero justificada, bajo ningún concepto, la legitimidad de ningún sistema (religioso, político, social…) que anule a la persona dejándola, exclusivamente, a merced de lo que puedan legislar, pensar y decidir otros.

Jon Garaño, José María Goenaga y Aitor Arregui nos proponen una reflexión acerca de aquéllas personas que vivieron escondidas en sus casa hasta la promulgación del Decreto Ley 10/1969 de 31 de Marzo por el que se declara la prescripción de todos los delitos cometidos con anterioridad al 1 de Abril de 1939.

La historia, magistralmente, interpretada por Belén Cuesta y Antonio de la Torre, se encuentra inspirada en la persona del famoso Topo de Minas, Manuel Cortés Quedó, fundador del PSOE local y último alcalde Republicano de esta población Malacitana, del 3 de Marzo de 1936 hasta el 23 de Noviembre del mismo año.

Nadie iba a pensar que, esta persona como tantas otras, iba a estar escondido en una habitación de su propia casa, más de 30 años, observando la evolución de un régimen que se iba instaurando y consolidando en nuestro país y recibiendo la noticia de la caída del resto de regímenes, de este sesgo, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.

El dramatismo de las interpretaciones del matrimonio así como la evolución de sus vidas llenas de temor ante una denuncia de cualquiera de sus vecinos, los inconvenientes de una convivencia desarrollada en el silencio y la diversidad de temas que aparecen señalados en el desarrollo del trabajo, hacen de este film uno de los favoritos de los premios Forque 2020.

Teniendo como referencia un hecho real que, por desgracia, vivieron muchas personas, uno de los elementos a destacar es el miedo. No un temor cualquiera. Un sentimiento profundo y real que atormenta, constantemente, no sólo al escondido sino al resto de personas conocedoras del verdadero destino y situación del personaje en cuestión. Un miedo a la represalia y a la condena injusta, como era en aquellos momentos, sin tan siquiera poder tener un juicio justo o la posibilidad de una defensa considerada digna.

El hecho de la injusticia aparece manifestado a lo largo de toda la película. Ningún sistema autoritario es justo, pues la persona no tiene valor en sí misma. La conveniencia o no de la vida y el desarrollo de esa existencia está determinada por un líder que legisla sin importarle la dignidad humana. Es por ello que, este término, se convierte en antitético a lo largo de todos los años que perdura el régimen del dictador. No existe la justicia. El valor en sí no existe, se ha adulterado, ha mutado en negativo.

El sufrimiento, como consecuencia inmediata de ese contravalor que he señalado con anterioridad. No sólo vivido en primera persona. Es un sufrimiento compartido, en primer lugar, por su mujer, después por su padre, por último por su hijo, quien no termina de comprender ese aislamiento de su progenitor pues su sentido de rebeldía juvenil le hace tener una visión histórica, de lo acaecido, muy particular y poco desarrollada.

Como elementos positivos, el valor del núcleo familiar en un eslabón que permite, en todo momento, no perder la esperanza de un cambio, de una respuesta que no sería inminente. El papel de su mujer no es el de una compañera, sin más, en el camino; es un apoyo necesario e importante para poder seguir viviendo.

El sacrificio y la renuncia de su esposa e hijo hacen necesario un alto, en esta reflexión, para valorar el amor llevado hasta las ultimas consecuencias. Ese vínculo es tan fuerte que, aún humillada y vejada, por quienes pretenden que confiese el paradero de su marido, no consiguen ninguna confesión que pudiera comprometer el escondite de quien era el amor de su vida. Mujeres comprometidas, hasta el final, que merecen un reconocimiento que la historia y nuestra sociedad está tardando demasiado en hacer.

Por último señalar el desarrollo de las capacidades de subsistencia en un entorno hostil. El cuidado con los ruidos. La posibilidad de ocupar la mente con trabajos y lecturas apropiados en la situación que se vivía y el desarrollo de los sentidos, de forma especial, el auditivo.

Permitidme, en esta ocasión, criticar a un medio de comunicación, relacionado con este mundo del séptimo arte, y de gran relevancia, por catalogar a esta película en el género de Fantasía. Muy desacertada, esta consideración, a la par que confusa. Denota, por parte de quien lo ha realizado, una visión muy sesgada de lo que la historia, desgraciadamente, nos ha legado. Se hace necesario, este recuerdo, como aprendizaje de las nuevas generaciones de lo que nunca ha de volver a repetirse.

Película muy recomendable para Bachilerato en las dos modalidades. Jóvenes y adultos.

Iván Bermejo.


2 Replies to “La trinchera infinita”

  1. Magnífica crítica y valiente ejercicio de análisis y reflexion moral independiente , bajo un aleccionador magisterio de lo que el Respeto a la Humanidad, nos demanda desde los principios y valores humanísticos más nobles y trascendentes.¡ Es un placer y un estupendo aliciente para ver ese singular film que hace del sector , una valiosa y ejemplar plataforma de «enseñanza asertiva» de las calidades de nuestro espíritu y condición de especie ….!¡ gracias por este trabajo…!

  2. Como siempre, sin ver la película nos lo pones tan desmenuzado , sencillo y comprensible que ¡¡¡hay que ir a verla!!!, muchos sentimientos entremezclados y reales que se pueden dar en muchas familias, y como tu dices hasta las últimas consecuencias: amor , miedo, temor, inseguridad….buenísima CRITICA

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *