Una historia de solidaridad, esfuerzo y sufrimiento por perseguir un sueño

Hablar de Michael Sardou en Francia significa hacer un recorrido por la música contemporánea Francesa de las últimas décadas en un intérprete al que no le gusta ser catalogado como «protesta» sino como cantautor del compromiso. En la línea de Charles Aznavour o incluso de Edith Piaf en otro estilo y con la diferencia histórica, entre unos y otros, la música de Sardou, conocido por canciones como: «Je vais t’ aimer», La maladie d´ amour», «En chantant», » La java de Broadway», entre otras, sirve de hilo conductor al novel director, Eric Lartigau para que, en 2014, nos ofreciera este trabajo que pasó, prácticamente, desapercibido en nuestro país, no así en Francia, donde tuvo un éxito de visionado y, consecuentemente, de taquilla muy considerable.

No estamos, demasiado, acostumbrados, en nuestro país, a hacer una lectura profunda del cine, aunque el mensaje que se nos presente, como es este caso, sea muy sencillo de ver a primera vista.

Una familia de sordomudos con un negocio familiar en un pueblo de la campiña francesa, donde la única del clan familiar que puede oír y hablar es la hija mayor. Papel interpretado por Louane Emera, descubierta en la versión Gálica del programa La Voz. Todo un descubrimiento, sin ningún lugar a dudas. Si premiada fue en el referido show, también lo fue en el ámbito cinematográfico pues obtuvo el Cesar a la mejor actriz revelación.

Actores, poco conocidos, François Damien en el papel de Patriarca de la familia; Karin Viard, la entregada madre; Luca Gelberg, el hermano adolescente y Eric Elmosnino, el amargado profesor caza talentos. Todo ello aderezado con un buen plantel de secundarios que ayudan en el transcurso de la trama y que nos introducen, de modo más o menos cómico, en un drama como el que tienen algunas personas discapacitadas a la hora de desenvolverse en nuestro mundo actual.

La solidaridad de la hija en la ayuda del negocio así como la entrega de su propio tiempo y vida para sacar adelante un modo de vida propio es uno de los principales valores que aparecen presentes en el film. Podría decirse que es un punto de inflexión en toda la historia pues este hecho condiciona, sobremanera, respuestas de vida personal en el ámbito de la protagonista.

El respeto, no exento de sufrimiento, ante la decisión de unos padres, interesados por diversos motivos, que no apoyan una posible opción de vida que se abre como un horizonte ante quien tiene un don natural descubierto y poco desarrollado, hasta el momento.

La creatividad-amor filial, ante la forma de expresarse con los Padres, sobre todo, a la hora de hacerles entender la dimensión del problema que se plantea en su vida y la posibilidad que se ofrece ante un mundo tan desconocido como apasionante. Un «modus vivendi» posible, cierto y lleno de posibilidades… un horizonte de libertad, lleno de vida propia.

Es esta creatividad y el camino que se muestra expedito, al final del trabajo, el que hace emocionarse al espectador con uno de los temas de Sardou, «Je volé», permitidme, en esta ocasión, finalizar con algunas estrofas de esa canción:

«Es extraña esta caja que aprisiona mi pecho. Ya no puedo respirar más, me impide cantar (…)

Me pregunto en mi camino si mis padres sospechan que he derramado lágrimas, mis promesas y el deseo de avanzar (…)

No me escapo, vuelo, sin fumar, sin alcohol, vuelo.»

A disfrutar de buen cine.

Iván Bermejo.

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